Qué vergüenza
Paulina Flores
Barcelona,1ª edición, septiembre de 2016
Colección Biblioteca Breve
Editorial Seix Barral S.A.
ISBN: 978-84-322-2950-3
Hace poco, un buen editor me contaba con una mezcla de pesar y de
victoria en su discurso, que estaba valorando echar abajo la persiana del
negocio y ponerse de una vez a vivir del cuento. Entiendo a los que han
cumplido ese propósito, nada que decir, y si no, valiente, ve tú y haz ese
trabajo de lanzador de mensajes en botellas de cristal, a los océanos del sistema… Pero aún admiro más a los que siguen
intentando vivir del cuento con la persiana y la cabeza bien arriba, bien
altas.
Afortunadamente para Seix Barral y sus incondicionales,
entre los que me encuentro casi desde que tengo uso de razón lectora, la histórica
editorial no sufre ese tipo de zozobras y puede permitirse no depender del
cuento y publicar lo que de verdad les parece que vale la pena, como este buen
libro de relatos de Paulina Flores, jovencísima revelación chilena de 28 años. Antes lo había hecho la editorial
Hueders, en Chile. Porque el relato Qué vergüenza, que abre y da
título al conjunto, fue premiado con el Roberto Bolaño del 2014 y con la distinción del Círculo de Críticos de Arte chileno a la mejor autora
novel en el 2015. Benditos premios, los que nos acercan a nuevos valores como
Paulina Flores. Y benditas las editoriales que se atreven, al margen o no del
pedigrí de los fallos con el género del relato, denostado y olvidado
injustamente a pesar de su dificultad y de su efecto de trampolín para algunas
carreras literarias, cuando el resultado es de la calidad del libro que me
ocupa.
Lo que encontramos en esta
antología es un entramado de las siempre azarosas relaciones familiares, con la
figura del padre como uno de sus elementos nucleares. Un padre a veces heroico
pero a menudo derrotado por circunstancias laborales, cuya responsabilidad
tradicional de ser el motor de la familia se ve afectada por una sociedad en
crisis o queda en entredicho por la determinación de mujeres más fuertes.
Ellas; niñas, adolescentes, jóvenes, madres adultas o ancianas son en realidad,
para bien o para mal, como verdaderas víctimas o heroínas, las auténticas
protagonistas del recién estrenado universo narrativo de Paulina Flores. Desde
este punto de partida general, nos encontramos con parejas en plena y sutil
autodestrucción, con la niñez y la pérdida de la inocencia, con la cruda
cotidianeidad y el sentimiento de culpa, con el erotismo entre sexos opuestos,
con la traición o con la vulnerabilidad, especialmente de las víctimas de
abusos sexuales, las que ya no serán jamás inocentes y libres. Así, la galería
de personajes que aparecen, tienen una potencia espectacular y un nexo común, suelen
ser supervivientes, y encaran siempre sus conflictos, para superarlos o para
convertirlos en una arma.
Debería decir que el libro lo conforman nueve relatos, pero en realidad el
último, para mí prescindible, porque rompe un poco la armonía del resto y cuya
lectura se hace bola en la boca, con ochenta y seis páginas, está más cerca de
lo que sería una novela corta que de un relato breve al uso. La protagonista de
Afortunada de mí, sin alejarse del
tono general del libro, se mueve entre el erotismo, la negación y la
supervivencia en un mundo emocionalmente hostil.
Descartada la única mácula que le atribuyo al libro, el resto es una
sinfonía perfectamente armonizada de valentía, sensualidad, crudeza no
explícita pero sí implícita en un lenguaje que no necesita chapotear en el
sensacionalismo. Un libro valiente, contundente y sutil a un tiempo. Una mirada
inteligente del conflicto sentimental.
Pero como ocurre con
cualquier libro de relatos, siempre queda un mejor recuerdo de unos que de
otros, ya sea por razones formales objetivas, por los argumentos tratados, o
por la mochila que cada lector pone encima del relato haciendo de su lectura
una experiencia siempre única, personal y casi intransferible. Así que les
ahorro el aburrimiento de hablarles de cada uno de ellos y me centraré en los
que me han reportado un mayor placer, por orden.
Tía Nana es
una historia familiar, los recuerdos de infancia y de un triángulo femenino
trascendental formado por la tía Nana, la niña que narra y la madre de ésta.
Hay también un padre “cesante” (en paro) que se va un día, de repente… Un juego
caleidoscópico de afectos, secretos, y de la necesidad de la niña de huir y de
forjarse su propia identidad. Y al final, un misterio: la tía Nana, ¿era en
realidad la tía, o la madre de la niña?
Qué vergüenza es
el primero, y es un relato inquietante. Trata de un matrimonio que no
funciona, con un padre en paro, una madre que mantiene a la familia y dos hijas
que acompañan al padre, al que adoran, en diversas entrevistas fallidas de
trabajo. Pero un día, la mayor se empeña en que papá vaya a una titulada “casting”.
Y no será lo que creían… y les embargará la vergüenza, sobre todo al padre, y quizás
ya nada será igual entre ellos a partir de ese momento.
Últimas vacaciones nos explica un verano en la vida de un niño de diez años y la oportunidad que
tiene de vivir con su tía y sus primas una vida mejor, porque ellas pertenecen
a una clase media que puede permitírselo. Conoce también a un niño rico al que
a pesar de ello, porque solo lo supera en dinero, el protagonista se siente
superior. Así, alejado de una madre que es incapaz de educarlo y mantenerlo y
de su hermano funcionalmente inútil, por momentos se deja llevar por el
espejismo y sufre la tentación de negar a su madre y avergonzarse de su
realidad. Sin embargo, finalmente tomará una gran decisión, cargada de corazón
y honestidad: no abandonar a su madre y a su hermano, con el padre además en la
cárcel, y ayudarlos con su amor e inteligencia a ser felices también. No
renegar en definitiva de sus or ígenes y
de lo que es.
Teresa es un relato enigmático, sensual y
triste. Una mujer que ha vivido desde niña con la necesidad de huir de su
realidad mediocre, observa una escena desde el otro lado de la calle donde
trabaja. Ve a un hombre atractivo con una niña, supuestamente su hija, a la que
ha acompañado hasta los servicios de unos grandes almacenes. Teresa, que es el
nombre falso con el que se presenta, se dirige al hombre. Se conocen, y se van
a un edificio algo tétrico, donde quizás él vive con la niña. Allí la niña se
va a jugar, mientras ellos, en otra estancia hacen el amor. El encuentro está
lleno de sensualidad y erotismo, pero poco a poco la tensión crece casi sin
anunciarse y después del placer realmente satisfecho, la mujer sale del
edificio tomando a la niña de la mano, quizás rescatándola…
Especialmente en estos
relatos destacados, podemos encontrar lo que para mí es el mayor de los méritos
de la narrativa elíptica de Paulina Flores: la significación de lo que no se
cuenta, el arte de sugerir sin anunciar las cosas explícitamente. Así, Paulina
Flores, sin abandonar la tensión del texto nos lleva de un plano a otro de la
narración, introduciéndonos en el conflicto, en el misterio de lo cotidiano sin
nombrarlo, solamente llevándonos de la mano hasta esa línea difusa para decidir
si aceptamos el camino propuesto. Y en esa sutil línea, en esos momentos
fronterizos, suele estar el quid de
cada historia, el por qué de las cosas, el alma del relato, la razón de que lo
contado nos deje un poso de placer, un recuerdo lector, la justificación
absoluta del factor literario, la consagración de una gran escritora. Yo tengo
señaladas mis páginas en las que ocurre el milagro, busquen las suyas, seguramente
coincidiríamos. Está escrito.