Dialogando en el Café Salambó

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domingo, 8 de noviembre de 2015

Amaneció de nuevo Madrid


Amaneció de nuevo Madrid
Anamaría Trillo
Madrid, 1ª edición de abril de 2015
Editorial Playa de Ákaba S.L.
569 páginas
ISBN: 978-84-16216-51-2



Empecé a leer esta novela sobre todo por curiosidad y cercanía con su autora. Antes de hacerlo me había dicho a mí mismo: bueno, al fin y al cabo, una novela histórica más sobre la postguerra civil española, un género que inunda de luces y algunas sombras la segunda mitad del siglo pasado y lo que llevamos de este. Tenía un gran respeto por la capacidad profesional de Anamaría en la gestión editorial, pero como autora apenas había leído algún relato suyo, de El faro de Umssola y otros cuentos subterráneos (Playa de Ákaba, 2014), y Tierra trágame del primer volumen de relatos Generación Subway (Playa de Ákaba, 2014) que ella misma prologó, y del que tengo el honor de formar parte junto a treinta y un autores más que Anamaría seleccionó, y disculpen la inmodestia, con acierto. Ahora, después de leer Amaneció de nuevo Madrid, mi respeto crece hasta una medida y justificada admiración. Y es que la novela es impecable. Ya se sabe, o debería saberse, que la única dignidad debe residir en el texto y este es mucho más que digno. Solo me queda añadir a esta captatio benevolentia inicial, que como soy absolutamente libre y nadie me paga por ello, solo escribo reseñas de aquellos libros que me atrapan, y si puede ser, de colegas autores que aún no están en el escaparate del gran mercado editorial. Aunque no siempre me da tiempo para todos los libros que reseñaría, quizás precisamente porque no me pagan por ello, y lo digo para que no vaya a enfadarse nadie.
Ya no se escriben hoy novelas como Amaneció de nuevo Madrid, esta ha sido mi primera sensación al terminar la lectura. Desde Soldados de Salamina de Javier Cercas o La voz dormida de Dulce Chacón, al menos yo no había vuelto a leer otra novela mejor, una nueva luz para el género ahora ya en estos inicios de siglo XXI.
El argumento de Amaneció de nuevo Madrid es sencillo. Margarita, una niña de familia pobre llega a Madrid en los primeros años de la postguerra civil española para servir en una casa cuya patrona paga a su familia para acogerla como sirvienta. Rápidamente la niña Margarita descubre el submundo frío e inhóspito de la casa y del Madrid destrozado por la guerra. Vive en una cárcel donde los sentimientos y la esperanza de una vida mejor están secuestrados por la pobreza y la mediocridad del momento y lo que podría parecer una oportunidad para una mejor vida a su llegada, se convierten en un exilio sentimental. Pero llega ese día, como en toda buena historia, en el que de repente, ocurre algo. Isidro, un amigo de la familia más que pedirle, le ofrece matrimonio y así consigue sacarla de aquél infierno. Ella, aunque no enamorada, hasta tal punto se siente víctima de una cadena perpetua, acepta la situación para empezar su propia vida, el amor ya llegará, piensa. Pero al poco cae en la cuenta de que lo único que ha hecho ha sido cambiar un infierno por otro. Isidro es hijo de Orestes, un fascista resentido y enfermo que vive con ellos y que convence a su hijo Isidro para que deje su carrera de abogado y se ponga a las órdenes de Bujosa, un facineroso cuya función es perseguir a los rojos y republicanos que aún pululan por la ciudad. Isidro cae en una debacle vital que afecta a un matrimonio que podría haber sido su salvación.  En pleno descenso a los infiernos acaba agrediendo a Margarita que tiene el valor de huir. Juan, un encuadernador artesano, la socorre. Trabajará con él y descubrirán juntos y por primera vez, el amor de verdad. Isidro se olvida de ella pero no los agentes del mal y la salvaguarda de la patria. Lo convencen de que hay que hacer justicia y restablecer su honor y acaban encontrando a los amantes Juan y Margarita, él, torturado y ella desterrada en un convento donde pronto se evidencia su embarazo. Finalmente Isidro, un extraordinario, complejo y poliédrico personaje redondo junto al de Margarita, redimirá sus culpas torciendo el desenlace final... en el que vencen la libertad y la fuerza del amor.
Lo que ya no es tan sencillo, lo que justifica que esta no sea una novela más, y esa es la gran batalla de todo escritor; es la manera en que está contada. Anamaría Trillo utiliza un estilo clásico, en el mejor de los sentidos, heredero nada acomplejado de las mejores novelas de posguerra. Es capaz de explicarnos la cruda historia del Madrid de los primeros años de la posguerra a través de la historia humana de sus personajes, de esas pequeñas vidas que juntas, trazan el mapa social de una época. Y lo hace con la precisión del entomólogo, con largas y deliciosas descripciones de las relaciones humanas donde los personajes principales Margarita, Isidro, Teodora, Orestes o Bujosa, todos ellos de una fuerza y complejidad extraordinaria; se entrelazan perfectamente con una galería de personajes secundarios pero no menos importantes como Tina, Tobías, Julita, Pablo, Juan… Lo hace también con una prosa sencilla, directa pero a la vez elaborada en un largo entramado de hechos, capaz de conseguir que la acción no decaiga y no cese a lo largo de bastante más de quinientas páginas.
Amaneció de nuevo Madrid, es también una novela climatológica, permítanme el atrevimiento. La presencia del clima, de la atmósfera, de la acción del frío, de la aparición o desaparición del sol, de las nubes etc. es constante y siempre como una manera de ver el estado de ánimo de los personajes y de los sucesos. Es un elemento del que quizás abusa en las primeras trescientas páginas, pero sin llegar a molestar, acostumbrándote a medida que la historia crece y engulle tu interés y tensión de lector entregado.
También me parece justo destacar el trato que Anamaría da a la historia real y política. Es un trato elegante, adopta una posición muy evidente, pero sin caer en la grandilocuencia de la crítica fácil. Explica el drama de unos, la obsesión de otros, el miedo de todos. Dentro de la casi imposible objetividad de toda novela histórica, en la que un buen autor debe comprometerse, Anamaría lo hace y de manera muy clara hacia el bando oprimido, hacia los que soñaron una España y un mundo mejor, y fueron sofocados por la fuerza del cañón de la ignorancia franquista. En este sentido, se trata también de un buen ejemplo de novela por la justicia de la memoria histórica. Y es de agradecer, cuando todavía hoy, estamos rodeados de algunos a los que la verdad les molesta, acaso porque son descendientes directos de los ejercieron la fuerza del terror.
No querría olvidar también el papel de la mujer que en la novela, obviamente es clase y sexo oprimido, fiel y callada servidora del machismo imperante. Pero a eso también es capaz Margarita de oponer y plantar cara con su dignidad humana y evolucionar en ese sentido para lograr el más sagrado de los derechos: ser dueña de sí misma.  Y su fuerza la impulsa el motor más potente: el amor. Porque también, afortunadamente, existen hombres libres y buenos, en aquella época y en toda la historia de la humanidad.
Hay que felicitar a Anamaría, una primera novela como esta, nos hace estar atentos y augurarle un futuro brillante en la narrativa contemporánea.

Barcelona, noviembre de 2015

martes, 25 de agosto de 2015

Lengua de orangután, de Iván Humanes





Lengua de orangután
Iván Humanes
Barcelona, 1ª edición de marzo de 2015
Editorial Base
ISBN: 978-84-15706-42-7



Esta es una reseña escrita a cuatro manos. La inteligencia del azar ha querido que Àngels Campos y yo leyéramos Lengua de orangután al mismo tiempo, que su autor, por diferentes caminos estuviera relacionado con ambos y finalmente, que las características de este libro poliédrico, surrealista y provocador necesitara, ¿por qué no? de dos lectores empedernidos para comentarlo. Como el protagonista es un simio, un orangután concretamente, nosotros hemos jugado a ser Jane y Tarzán, llevando de la mano a la traviesa mona Chita.
Lo que sigue aquí es fruto de un consenso inaudito para celebrar el experimento.


Si estamos de acuerdo en que es un síntoma de inteligencia reírse de uno mismo, el silogismo está servido: Iván Humanes es crítico y escritor, IH se ríe de los críticos y de los escritores, luego IH es inteligente.
Lo es desmitificar la literatura desde la condición de escritor y lo es hacerlo con la crítica desde la condición de crítico. Al final, todo va a parar al mismo núcleo pues todo escritor lleva en su alma una predisposición a la crítica, aunque no siempre a la autocrítica, de la misma manera que todo español aficionado al fútbol lleva un entrenador dentro aunque el último balón que chutara fuese en el patio de su colegio.
Lengua de orangután es un libro desafiante y gamberro, de libertad desbocada, un ejercicio de reordenación del concepto literario desde la propia ilusión intelectual de la literatura, desmitificación desde el propio mito. Y todo ello, muy al gusto del admirado y también citado Enrique Vila-Matas, apoyándose en numerosas referencias que tanto pueden corresponder al “canon oficial”, como los escritores Kafka, Philip Roth, Flaubert, Julio Cortázar, André Breton, Virginia Woolf o James Joyce, como romper con lo convencional y establecer un “canon paralelo” que da mayor sentido a este libro irreverente y simiesco. Son los Robert Walser, Fernando Arrabal, Alejandro Jodorowsky, Eduardo Chicharro, Marcel Duchamp, Alfred Jarry, Leopoldo Marechal, Ezra Pound, Juan Eduardo Cirlot o Boris Vian.
Y añade a cineastas como David Cronenberg, Stanley Kubrick, David Lynch o Luis Buñuel. A músicos como Vivaldi, a pintores como Dalí, a filósofos como Wittgestein o a editores como Planeta, Herralde, o como a un editor zaragozano, que IH sabrá…
Y monstruos más raros aún como el precursor del dadaísmo, Arthur Cravan, cuando IH alude, en boca del protagonista, a la acción como alternativa a la literatura sobrevalorada: “O en vez de crítico puedo hacerme poeta, un poeta violento como Arthur Cravan, no estaría mal escribir cosas tan pasmosas como loco por boxear le sonreía a la hierba” (pp.106-107). Un Arthur Cravan de cuya performance como boxeador en la plaza de toros Monumental de Barcelona, se cumplirán cien años la próxima diada de Sant Jordi. ¡Exigimos conmemoración! Un Arthur Cravan que hizo de su vida, su propia obra, un ejemplo de víctima de un mal, acuñado por Vila-Matas, como el mal de Montano.
Tampoco hubiera sobrado incorporar a un tal Cervantes y a su Alonso Quijano, que un buen día, y cito literalmente a IH “(…) ya se sabe lo que les ocurre a las mentes socavadas por la literatura: que acaban quemándose en el fuego del delirio”, en lugar de levantarse convertido en un escarabajo, lo hizo convertido en un caballero errante tan esperpéntico como el orangután de prodigiosa inteligencia protagonista de esta obra. Como también hubieran podido sumarse a la fiesta el poliédrico Antonio Beneyto, otro patafísico viviente, o a Jaime D. Parra, profesor de lengua castellana y literatura y uno de los mortales que más sabe sobre la compleja obra de Juan Eduardo Cirlot. Pero, ¿quiénes somos Tarzán y Jane para hacer sugerencias?
En un buen libro la historia que se cuenta puede resultar, como es el caso, una mera excusa. Porque lo que prevalece verdaderamente es la manera en que está contada. Sin embargo, vamos a resumir lo que ocurre a lo largo de sus dieciséis capítulos en ciento ocho páginas, para acabar de ligar la salsa.
Helmut Otto es un pongo pygmaeus wurmbii u orangután de Borneo, fruto de un malogrado experimento de los servicios de “inteligencia” franquista, muy reconocido como crítico literario, que va a ser distinguido como miembro de la Real Academia y está preparando su discurso de investidura.
Mongoy -evidente parónimo del Tongoy de Vila-Matas en El mal de Montano -, es el presidente de la Unión de escritores, paradójico nombre para tal colectivo. Mongoy es humano, mal escritor, envidioso y corrupto. La Unión, con Mongoy al frente, traman la “Operación Kong” consistente en secuestrar a Otto y suplantar su personalidad para impedir que se convierta en académico. Así, Mongoy y sus secuaces van a visitarlo con la excusa de firmar la paz y aceptar que las críticas de Otto hacia sus obras son acertadas. Pero entonces lo duermen con cerbatanas envenenadas, lo depilan y lo llevan a un cementerio de coches mientras Mongoy se disfraza de orangután.
A partir de ahí, se suceden una serie de situaciones delirantes como el discurso fascistoide de Mongoy, las elucubraciones de Otto antes de la huida y su conversación con Emma, la responsable de la protectora de animales a quien Otto imagina como la Emma Bovary de Flaubert, la intervención del CESID, a quienes Mongoy confunde con el CESIC, en una disparatada conversación entre él mismo y “pies profundos”, nombre improvisado sobre la marcha para referirse a la voz que desde un micrófono instalado en el disfraz de orangután va dando indicaciones al suplantador. En dicha conversación, que por absurda, recuerda a algunos diálogos teatrales de Miguel Mihura, en el séptimo capítulo, uno de los momentos más hilarantes del libro, los del CESID/CESIC afirman tener controlada la situación y la huida de Otto del desguace, y sobre todo colaborar en la defenestración del crítico.
Durante el discurso, Mongoy, que a los ojos del público, es Otto, lanza una soflama ácida, insultante y carente de criterio intelectual contra los escritores. Los ánimos se calientan, llega Otto al edificio de la celebración, atestado de seguridad, les dan captura a él y a Emma que lo ha seguido, pero logran escapar. Finalmente, Otto decide que lo mejor para él, enamorado de Emma es huir definitivamente con ella a Borneo. Y abandonar la crítica y la literatura, al fin y al cabo, artes sobrevaloradas. Decide dedicarse al “boxeo en Borneo”, a “traficar con tulipanes”, “o tomaré el ejemplo de Boris Vian” dice, “y me pondré como meta el ultraje de las buenas costumbres. Escribiré. Escribiré teatro. Crítica de jazz como Vian, y letras de canciones. Teatro, jazz y poesía. Saltaré a la comba. Lo demás es un exceso, novelas que no dicen nada, intentos por recuperar algo que se deshace entre los dedos.” (pp. 106-107)
Pero antes de esta definitiva y voluntaria deserción de la crítica, en el antepenúltimo capítulo tiene lugar una conversación clave, en la que a través de la metempsicosis, Otto explica a Mongoy, que se disculpa y se defiende aturdido, cómo alcanzar la dignidad literaria y le regala sus teorías. Lo convence de que la literatura no es “una patata caliente” como piensa el escritor, sino una “verdad enmascarada” (p.98) y de que “(…) la literatura tiene que ser vista como un artificio para disolverse, para derretir la identidad; porque “(…) el objetivo de la escritura no es la exposición pública, sino la tendencia a la desaparición. Desaparecer entrelíneas.” (p. 99)
El último capítulo, el dieciséis, es íntegramente una cita de El otoño en Pekín de Boris Vian, y está ahí sin duda para ilustrar y cerrar la idea de la deserción del capítulo anterior.


Algunas referencias más o menos ocultas, y al mismo tiempo, elocuentes, son las que relacionan a Otto con Copito de nieve, el gorila albino que el general Franco regaló al zoo de Barcelona.
O a Fernando Arrabal cuando los miembros de la Unión de escritores, espoleados por el discurso de su mentor, gritan: ¡El nuevo visceralismo va a llegar!, en clara alusión al momento más absurdo y más publicitado del genial Arrabal, cuando en 1989 en un programa de televisión conducido por Fernando Sánchez Dragó, quien apuntaba maneras y se quedó en aprendiz de Mongoy; dijera ebrio aquello de “El milenarismo va a llegar! Un Fernando Arrabal que también es citado en la página 80. Un autor cuya sombra misteriosa y potente sostiene el espíritu simiesco del libro y de su autor.
A los tiempos en los que ser escritor era peligroso, como cuando el propio Arrabal escribió su Carta al general Franco, con el dictador aún vivo, y era perseguido, considerado peligroso y había que, “saber correr más que escribir para salvar el pellejo”; IH ironiza la parodia de la mediocridad, del parnaso de las subvenciones de los escritores de cámara, la patrulla de salvación de la casta literaria, en más que probable alusión a unos de los blogs literarios actuales más reconocidos y de un anonimato sospechoso, o al virus de las redes, como ventana también al servicio del sistema de mercadotecnia editorial.
Hay también un elogio a “El último ismo español: el postismo. Todo lo que ha seguido ha sido un juego de niños” (p.63) Cataloga de grande al poeta y pintor Eduardo Chicharro y podría haber añadido a la gran desconocida, descatalogada y no menos grande, Gloria Fuertes.
En el fondo de la obra lo que subyace es la negación de la trascendencia de la literatura, la convicción de que el éxito es circunstancial, el concepto del éxito visto como la disolución del escritor en sus propias palabras, la desintegración de la identidad y la vanidad. En definitiva, otra manera de interpretar el mal de Montano.
La singularidad del planteamiento metaliterario de esta novela reside precisamente en que la reflexión sobre la literatura y la crítica literaria se presentan al lector revestidas de un discurso disparatado e hilarante, detonador de la trascendencia que IH maneja con brillante destreza.
No sabemos hasta qué punto habremos acertado en la descodificación del mensaje, hasta qué punto IH estará de acuerdo con este revoltijo de palabras, pero de lo que sí estamos seguros es de que Lengua de orangután es una extraordinaria oportunidad para tomarse el asunto literario de otra manera.

Pals-Pallejà, agosto de 2015
Àngels Campos Martínez
Profesora de lengua castellana y literatura
Jorge Gamero
Escritor